Los microrrelatos están de moda. Como las series de Netflix, las reivindicaciones de los taxistas, las ortodoncias infantiles o poner a parir el final de Juego de Tronos. Y en los artículos que escribo con la intención de ayudarte como escritor, lo que está de moda también tiene su espacio.
El microrrelato es un género antiguo, pero de una vigencia absoluta. Vivimos en la época de lo inmediato, donde menos es más. Quien use las redes sociales habitualmente, lo sabe. Lo que se puede contar en 100 palabras, por qué hacerlo en 200. Ojo, hablo de microrrelatos, no de conversaciones en el entorno de la pareja. Ahí recomiendo la fluidez verbal hasta que la lengua parezca una mojama.
Antes de entrar en materia didáctica, te voy a mostrar unos ejemplos de microcuentos de autores que han practicado este breve arte.
Microrrelatos, pequeñas grandes obras de la literatura
La carta, de Luis Mateo Díez
Todas las mañanas llego a la oficina, me siento, enciendo la lámpara, abro el portafolios y, antes de comenzar la tarea diaria, escribo una línea en la larga carta donde, desde hace catorce años, explico minuciosamente las razones de mi suicidio.
El dinosaurio, de Augusto Monterroso
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
Amor 77, de Julio Cortázar
Y después de hacer todo lo que hacen se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son.
Fantasma, de Patricia Esteban Erlés
El hombre que amé se ha convertido en fantasma. Me gusta ponerle mucho suavizante, plancharlo al vapor y usarlo como sábana bajera las noches que tengo una cita prometedora.
La manzana, de Ana María Shua
La flecha disparada por la ballesta precisa de Guillermo Tell parte en dos la manzana que está a punto de caer sobre la cabeza de Newton. Eva toma una mitad y le ofrece la otra a su consorte para regocijo de la serpiente. Es así como nunca llega a formularse la ley de gravedad.

Ahora sí, entramos en materia, que los microrrelatos son breves, pero la explicación necesita la extensión de un relato corto para que se entienda bien..
9 claves para escribir microrrelatos
1. ¿Qué es un microrrelato?
Según la RAE, un microrrelato es un relato muy breve. Yo iría un poco más, y lo limitaría a 500 palabras. Aunque para mí, los que impactan de verdad apenas llegan a las 20.
Un microcuento o microrrelato debe contener una historia. Aforismos o reflexiones no lo son. También incluye personajes. Evidentemente, poco elaborados. Hay que escoger las pinceladas precisas para describirlos. De la estructura hablaremos más adelante.
2. Menos es más
En un microrrelato sobra hasta el punto final –es broma, no quiero luego reclamaciones por faltas de ortografía–. Hay que pensarse dos y tres veces cada palabra que vamos a utilizar. Las frases deben tener los adjetivos precisos (y preciosos). Cero es un número cercano al adecuado. Lo que se puede contar con diez palabras, ni te plantees contarlo en once. Utiliza mi artículo «Borrar para escribir mejores relatos cortos». En él te doy más pistas.
3. Estructura sorpresa
Un microrrelato abandona la estructura clásica de planteamiento – nudo – desenlace. El planteamiento puede no existir y estar implícito. La historia comienza directamente en el nudo, un nudo muy sintetizado, que además es el detonante. Y después, el desenlace.
El microcuento debe fluir como un juego de palabras. Ha de provocar asombro y una posterior reflexión.
4. Lo implícito
No des toda la información. Guárdate algo. Sugiere, como ese pantalón ajustado o esa mirada con un brillo de inteligencia. Usa juegos de palabras que aporten más información de la que está escrita. Aprovéchate de referencias que todo el mundo conoce para exprimir aún más la historia.
El valor de lo implícito, de lo que se desprende de tus palabras, enriquece el microrrelato más allá de lo obvio.
Estos relatos breves ofrecen la mínima información al lector, que ejerce su derecho a usar la fantasía en su máximo esplendor.

5. Ventajas del microrrelato
- El conejito de «Alicia en el país de las maravillas» es un influencer en la sociedad actual. «No tengo tiempo» es el eslogan que resume su vida para nueve de cada diez personas.
- Un microrrelato es un regalo para ellos. Una historia que se plantea y se resuelve en menos de un minuto en segundos en algún caso, encaja a la perfección en su jornada.
- Otra ventaja es la rapidez con que los escribes. Yo aprovecho un trayecto en el metro para crear dos o tres historias que corrijo en el viaje de vuelta. Por cierto, descartarlos, duele menos.
- Si estás aprendiendo a depurar tu técnica narrativa, el microcuento es el formato perfecto. La capacidad de síntesis te ayudará en proyectos más largos. Tu vocabulario mejorará, así como la sintaxis. Y la capacidad de ver historias donde no las hay.
6. ¿Qué hacer con ellos?
- Puedes usarlos para alimentar tu perfil de Instagram. Mira cómo lo hago yo. O para alegrar tu muro de Twitter.
- Si escribes un buen número, organízalos, busca un hilo conductor y publica un libro con ellos.
- Súbelos al estado de Whatsapp. Es una forma de comunicar a tus contactos que escribes, sin decírselo directamente (asegúrate de firmarlos, que si no pensarán que los ha creado otra persona). Te ahorrarás las preguntas tipo «¿Y eso te da de comer?».
- ¿Qué te parece crear un grupo de Facebook en torno a los microrrelatos? O participar en alguno. Yo administro uno sobre el relato corto en el que también caben los microcuentos.
7. Inspiración. ¿De verdad la necesitas?
No me cansaré de repetir que la inspiración es una trola muy gorda. Llevo años demostrándomelo a mí mismo. Solo existe el trabajo, trabajo y más trabajo. No obstante, para escribir historias breves necesitas sacar ideas de debajo de las piedras. Y he aquí donde puedo darte algunos consejos.
- Tropieza dos veces con la misma roca. Hasta que te destroces el pie. Donde no parecía existir una historia, al día siguiente se muestra.
- Observa tu entorno y trata de tirar del hilo de cualquier objeto a ver hasta dónde te lleva.
- Lee un texto al azar y escoge una o dos palabras que te llamen la atención. Ahí puede haber otra historia.
- Reescribe los cuentos clásicos. Pero antes, los sintetizas en un par de frases. Aquí me empeñé en hacer ese ejercicio con 5 cuentos infantiles.
8. Cómo escribir un microrrelato al día
No solo uno. Yo publico tres al día en mi perfil de Instagram. ¿El secreto? Escribir en el trayecto del metro. Media hora al día es suficiente para sacarlos adelante.
«¿Y si no soy capaz? ¿Y si a mí solo se me ocurre el inicio de uno?». Pues genial. Te reto a que sigas intentándolo. El mes que viene, después de treinta días, estoy convencido de que tu producción será mejor.
Ojo: donde digo trayecto en el metro lo puedes sustituir por merienda mientras espero a que mi hijo salga de la clase de inglés, ambulatorio en el que sabes cuándo entras pero no cuándo sales, el silencio del amanecer con un café entre mis manos o el paseo con el perro.
9. Los finales, el broche de oro
El final te debe dejar en modo dentista: con la boca abierta. Ya sea por lo inesperado o porque te lleva a un lugar que, aunque se intuye, es el mejor posible.
7 hábitos que te ayudarán a crecer como escritor de microrrelatos
¿Alguna vez te has preguntado qué pinta tiene un escritor de microrrelatos? ¿Será alto, moreno y delgado? ¿O sufrirá de alopecia, tendrá dos barrigas, la una apoyada sobre la otra, y se le podrá dar capones con la barbilla? Yo tengo siempre un espejo a mano para resolver la pregunta. Y no salgo mal parado. ¿Te atreves a hacer lo mismo?Independientemente del físico, hay siete hábitos que puedes adquirir para intentar que algún día aparezca tu foto cuando buscas el término «escritor de microrrelatos» en la Wikipedia.
1. Leer todos los días
Y no me refiero a blogs como este (eh, espera, no te largues aún), ni a la prensa digital, ni a publicaciones en las redes sociales, ni a la letra pequeña de los contratos (así que eras tú el que se la leía). Hay que empaparse de los grandes autores, tragar literatura que alimente. Una vez digerida y circulando por el sistema sanguíneo, tus historias serán mejores. Te lo aseguro. He aquí algunos ejemplos de libros de relatos que cumplen este cometido:
- Short cuts, de Raymond Carver.
- Ficciones, de Jorge Luis Borges.
- Cuentos completos, de Medardo Fraile.
- La metamorfosis, de Franz Kafka.
- Seda, de Alessandro Baricco
2. Llevar una libreta y un bolígrafo encima
O las notas de tu móvil abiertas. O un flier publicitario con la parte trasera sin imprimir. Cualquier momento es bueno para que se encienda la bombilla de tu cabeza. Y si no apuntas la idea al instante, te aseguro que la perderás. Porque otra cosa que suele distinguirnos a los escritores es la memoria de pez. De pez chiquitito. Y sí: Buscando a Dory está inspirada en un escritor de microcuentos.
¿Sabías que existe un lugar donde flotan todas las ideas que no se anotaron en una libreta? Allí esperan inútilmente a que alguien las convierta en una gran historia. Por favor, no contribuyas a engordar esa pecera gigante.
3. Escribe a diario
Y con el término diario me refiero a todos los días. No cuando me viene bien, que es una definición que no está admitida por la RAE. Aunque a veces nos empeñemos. Ya sabes que no valen las excusas (aquí te doy unos consejos para ello). Encuentra tu espacio y tu horario. Y crea. Aunque sea cincuenta palabras al día. El hábito y la satisfacción de comprobar el resultado harán el resto.
4. Lee blogs habitualmente
Sí, ya sé que acabo de decirte que no leas blogs. Siempre que lo acompañes de un rato de lectura alimenticia, está bien. Y no me refiero sólo al mío. Ahí fuera hay todo un mundo de páginas web que ayudan de una u otra forma al escritor de historias breves. Si no las conoces, echa un ojo a estas:
- Gabriella Literaria. Cientos de artículos que comprenden toda la fase de la creación. Sus técnicas literarias son casi tan legendarias entre la comunidad de escritores emprendedores como su humor.
- Marketing online para escritores. Si quieres publicar algún día un libro de relatos breves, es casi obligatorio que tengas nociones de marketing online. Y Ana González Duque es de las que más sabe de eso.
- Hoja en blanco. El blog de Isaac Belmar habla del proceso de creación. Y lo hace desde su propia experiencia, desde las entrañas mismas. Y encima escribe muy bien.
- Excentrya, de Jaume Vicent Bernat. Consejos para escribir mejor. Otro que tiene su voz propia muy clara y la exprime al máximo. Y de copywriting sabe lo que no está escrito. O sí, porque lo publica en su blog.
- La piedra de Sísifo. La web de referencia de curiosidades alrededor de la literatura. Tiene casi 85.000 seguidores en Facebook. Casi nada.
5. Apúntate a todos los concursos de microrrelatos que puedas
Para empezar, te curtirá en la escritura. Cuanto más escribas, mejor lo harás. Y si te seleccionan alguno, el subidón de confianza te llevará en volandas a conseguir tu objetivo de ser un gran escritor de relatos cortos. Y si rechazan tu trabajo, aprenderás del fracaso, muy importante para cuando te enfrentes a las editoriales (y para todo en general).
Si te suscribes a mi blog, cada dos semanas te mandaré una relación de concursos de relatos cortos y microcuentos para que puedas participar en ellos (además de otros contenidos exclusivos). Y te regalo la Guía definitiva de concursos literarios, con un checklist para comprobar que a tu relato no le falta ningún detalle para triunfar.
6. Lleva un diario de escritura
Te aconsejo que lo hagas en una libreta. Y que sea distinta a la que utilizas para anotar ideas al vuelo. Escribe las tramas, los puntos de giro, el pasado de los personajes, esa idea genial que ayudó a levantar un cuento, la frustración por un día poco productivo, los lugares en los que te encuentras más cómodo escribiendo…
Además, este diario es una fuente de nuevas ideas para microrrelatos. Y el día que las editoriales se peguen por ti, además de hacerles una pedorreta porque te sigue interesando más autopublicarte, podrás echar mano de sus páginas para escribir tus memorias. Recuerda que la nuestra es de pez.
7. Sonríe
Un último consejo aparentemente mindfulness: a partir de ahora, sonríe. La literatura universal ya tiene completo su cupo de escritores atormentados que parieron su obra bajo circunstancias dramáticas: desesperación, alcohol, angustia vital, soledad, violencia, hambre… A veces escribir ayuda a exorcizar demonios, pero esa reflexión la dejamos para otro día. Hoy toca sonreír. Sonríe cuando te hagan una foto. Cuando te levantes a las seis de la mañana a alimentar tu sueño de ser un escritor. A los que se acerquen a que les dediques tu libro en una sesión de firmas. Sonríe cuando te des un golpe con la pata de la mesa en el dedo gordo del pie (y si lo consigues, escríbeme un correo contándomelo). Sonríe a tu pareja, a tus hijos y a tus vecinos.
Si vas por la vida sonriendo, ésta te devolverá sonrisas. Y eso te proporcionará felicidad. Y la felicidad ayuda a ser creativo, según un estudio de la universidad de Houston que me acabo de inventar. Hasta existe una corriente de literatura que promueve la felicidad: las novelas feelgood.
Adopta el hábito de sonreír y tus relatos breves (y tu entorno) te lo agradecerán.
8. Partida extra: compartir es vivir
Otro hábito muy saludable que tiene algo de trampa. Si te ha gustado el post, ayúdame a llegar a más gente compartiéndolo en tus redes sociales 😉
También puedes cotillearlo en la próxima junta de vecinos. O este verano en el chiringuito de la playa. O vocearlo en el trayecto del Metro hacia tu trabajo. Por opciones no será.
Muy buenas, señor Generoso!
Mira que me gustan los relatos y no hay forma de que me entren los microrrelatos. Y me gustan, me gusta eso de poder condensar una historia en dos o tres frases (o una, mejor todavía).
Voy a ver si ejercito el músculo y lleno un par de hojas de libreta con alguno de estos.
Un abrazo!
Hola, señor Vicent. Me parece una idea estupenda. Y luego los subes a Instagram o a tu blog para que el mundo entero pueda deleitarse con ellos (o ponerte a parir, si es el caso) 🙂
Abrazos.
Aunque hay alguna claves más para conseguir un buen micrrorelato, creo que estas 9 son de las mejores que has podido escoger. Muchas gracias por el aporte, David.
¡Un abrazo!
Gracias por tu comentario, B. Algún idea implementaré algunas más 🙂
A mí lo que más me cuesta es lograr un final que sorprenda. No sé dar ese giro que deje al lector con la boca abierta. ¿Hay algún truco para esto?
Me parece muy útil el apunte de aludir a dichos o a mitología común para ahorrar palabras, tan vitales en los microrrelatos.
Artículo muy interesante.
¡Un abrazo!
Anael, la práctica ayuda. Y leer muchos microrrelatos para cogerle el truco. También algo de intuición. Creo. Al menos a mí me funciona.
Vengo de tu twitter. Unos consejos muy acertados. Otro día, por fi, dinos los 9 consejos para que un bloguero tenga tantos seguidores como tienes tú ¡¡¡¡
Jajaja. De acuerdo, Manuela. Un día de estos escribo ese artículo. Gracias por pasarte y comentar.
Hola David! Desde hace ya bastante tiempo la lectura de tus microrrelatos se ha convertido, junto con la taza de café de después de la comida, en un ritual vespertino inquebrantable para mí. Y al leer ahora estos consejos he decidido hacerte caso y empezar a publicar uno diario. Muchas gracias por los ánimos y por el ejemplo.
P.D: Espero que la inspiración sea realmente una trola muy gorda
Qué alegria, Randy. Mucho ánimo con ese reto.
Me encantó leerte. Recién te descubro y te buscaré en las redes para seguirte.
El miécoles próximo comienzo un taller presencial de Microrrelatos con el Profe que me hizo leer a Borges, a Cortázar, a Monterroso,etc.
La lectura de tus recomendaciones, me hicieron escribir….ahí va:
Argentina.De la Dictadura a la Democracia.
Se amaron igual, todos esos años. Lo que ocurrió entre tanto…pasó.
La felicidad es mirar atrás, y decir: …y qué? vieron? todavía estamos juntos.
Gracias por regalarnos el microrrelato, Mariana.
Saludos.
Hola David, me gusta mucho escribir, desde el primer confinamiento a causa del Covid 19 estuve escribiendo relatos cortos y microrrelatos, aunque muchos eran meras reflexiones, hasta llegar a 100 publicados en mi Facebook “Javier Peerals”. Con la declaración del Estado de Alarma en octubre de 2020 he vuelto a publicar microrrelatos, esta vez sí, procurando no pasar de las 200 palabras. Hay personas que me animan a publicar y otras me piden llevar un taller de escritura. Mirando he visto tu página y me parece muy interesante para empezar. Utilizaré tus nueve claves y facilito tu contacto.
Muchas gracias.
Hola, Javier,
Me alegro de que la página te sirva. Yo también publico regularmente microrrelatos en Instagram, por si quieres echarles un vistazo.
Saludos.
Sólo soy un hombre al que el alcohol hace hacer cosas muy extrañas, y a quién, afortunadamente para ti, no conoces.
Me gustaría que eliminases todos los míos si es posible.
No había sido un buen día. La verdad es que ya hacía mucho tiempo, quizás demasiado, que no había buenos días. Cogió la bicicleta para intentar relajarse. se sentía cansado y empezó a pedalear lentamente. Los pensamientos y sentimientos seguían ahí, insistentes, como un taladro. Comenzó a pedalear con más fuerza y fué sintiendose mejor. Se animó y pedaleó aún con más impetu. Mejoraba. Hasta que un camión hizo que dejase de pedalear, de sentir y de pensar.
Cuando salió por ese agujero por el que se viene a este mundo, le estaban esperando un policia, una psiquiatra, un juez, un neurólogo y una monja. Al parecer, durante el embarazo, había asimilado a su hermano gémelo, y las autoridades querían saber si el bebé venía al mundo con la simiente del mal en él o no, y que medidas debían tomarse al respecto. Esta historia se la contaron sus padres cuando llegó a la adolescencia y a él le pareció un poco rara. Pero con los años, viendo las cosas que pasaban en el mundo, ya no se lo parecía tanto.
Empezaron a echarle tierra encima. Pudo ver a los más viejos del clan en primera fila, como era ley, al lado de su tumba. Por un momento tuvo un asomo de rebeldía. ¿Porqué tengo que morir tan joven? ¿Porqué no alguno de los viejos? Pero pronto se calmó. Así eran las cosas y así tenían que ser. Así era desde tiempos inmemoriales. Le había tocado y no quedaba más que aceptarlo. De repente, notó que empezaba a tener dificultades para respirar. No tardó mucho en sentir ya la tierra sobre su cara. Le echó una última mirada al clan. Y cerró los ojos.Poco a poco, con una sensación extraña, fue sintiendo que se iba, que se iba. Y se fué.
– ¿Te puedo hacer una pregunta? – Ya la has hecho.
Cuando aquel hombre me sonrió, mostrando un gran diente dorado, me pregunté si realmente estaba en la consulta del dentista o en una joyería.
Yo ya había oído que durante la Revolución Francesa, cuando guillotinaban a alguién. la cabeza, ya desprendida del cuerpo, aún decía algunas palabras. Pero, en mi caso, creo que he hablado demasiado.
Y ¡zas”. De un golpe, de un toque, seco y certero, me segaron la cabeza. Yo ya había oído que durante la Revolución Francesa, cuando guillotinaban a alguien, la cabeza, ya separada del cuerpo, aún decía algunas palabras. pero, en mi caso, me parece que he dicho demasiadas.
– ¡Ay, ay, ay!- dijo alguien – ¿Que hay ahí?- dijo otro, acercandose. Después, el silencio.
– Joder, Landeira.¡Que manía tienes con acabar todas las preguntas con o que! ¿No lo puedes evitar o que?
Los relatos de Luis Mateo Díez y Cortazar son muy buenos. Bastante mejores que los míos.
No debería haber escrito ninguno. Mi mejor microrrelato hubiese sido dejar la hoja en blanco, o en el color que tuviese.
Aquel hombre ansiaba la muerte. Se metía en empresas arriesgadas, en aventuras peligrosas, provocaba a la gente, buscaba los duelos…Era un ser romántico, a quién la ruindad de esta vida le resultaba insoportable. Cuando nos enfrentamos, pistolas en mano, me parece que una especial alegría corrió por sus venas. Cayó como un pajarito. Creo que nunca tanto bien le hice a nadie.
Todo lo que digamos sobre el fúturo es, básicamente, vanidad.
Todos los caminos conducen a la decadencia. Pero no todos son igual de válidos. Y hay que intentar disfrutar del camino.
Hola Generoso
Voy encontrando tu blog.
Me fascinan y me enloquecen los microrelatos…
Gracias por tus concejos y recomendaciones.
Me gustaría mucho que retroalimentaras lo que escribo.
Te comparto algo que publiqué en la Revista Asimov hace algunos años:
El hombre de las velas.
Este es un hombre que camina por un pasillo encendiendo velas. No sabe que su recorrido es circular. Cuando llega a la primera y ve que está a punto de apagarse… En su lugar enciende otra.
Es un arte, incapaz a mis facultades. Incluso tengo la desgracia de que ahora se lleva crear novelas cortas, no más de cien mil palabras, yo no tengo ninguna con menos de doscientas mil; la primera sescientas mil. ¡¿Qué lo vamos a hacer?