Que salga bien a la primera un dibujo, o un guiso, o la reforma de un apartamento, o una historia de amor. Que no haya que corregir ni un trazo, ni una pizca de sal, ni un milímetro de rodapiés, ni la forma de besar.
Imposible.
Al menos en el mundo de las personas que se equivocan, que es el entorno en el que yo me muevo.
Tan importante como escribir una historia interesante es escribirla correctamente. Y no me refiero sólo a las faltas de ortografía, sino a las repeticiones, al exceso de adverbios, a las cacofonías, a las rimas inesperadas, al ritmo narrativo… Imagínate el comienzo de La Metamorfosis (La Metalordosis originalmente) sin corregir. Quizás fuera algo así:
“Una
oscura y triste tardemañana, trasuna pesadillaun sueñoplacenterointranquilo,AdolfoGregorio Samsa se despertópareciendoconvertido enalgo así comounpreciosomonstruosopolíticoinsecto.”
¿Diferente, verdad? El proceso de corregir es donde hay que dar el 200 % y será el que defina la forma del relato. Déjame que te dé algunos consejos al respecto.
La importancia de corregir
Corregir un texto requiere de cierta distancia
Y no me refiero a alejarte unos metros del papel y usar un telescopio. Hablo de distancia temporal. No vale con terminar el relato corto o la novela y al día siguiente liarse a tachar. Hay que dejar reposar el texto un tiempo prudencial para que la obra maestra que, pensamos, tenemos entre manos, se convierta en un texto infumable que necesita reescribirse de principio a fin.
Vale, me he pasado. Seguro que en tus relatos se puede salvar casi todo. O eso piensa tu yo de los cinco minutos después de escribirlo 😛
Para corregir hazte a la idea de que el texto ya no es tuyo. Míralo con otros ojos. Llegará un momento en el que será así (cuando entren en escena un lector cero o un corrector de estilo profesional), pero por ahora sé cruel con lo que has escrito. Imagina que es el relato de la persona que más odias y que te ha pedido tu opinión. Quieres machacarla por haberte birlado al novio en el instituto. Es tu gran oportunidad: táchale adverbios y adjetivos, ríete de las repeticiones y señálale en rojo las faltas de concordancia entre verbo y sujeto.
A estas alturas, corregir el texto habrá elevado tus niveles de endorfinas. Bien. Disfrútalo. Haz un poco de ejercicio, dúchate y retoma la tarea de hundir al sinvergüenza que se acostó con el amor de tu vida, ese por el que habrías bailado descalza sobre brasas y clavos y con el que habrías compartido un piso de 25 metros cuadrados sin ventanas ni calefacción.

Corregir para alcanzar lo esencial
Corregir para reducir un relato corto a su esencia es la tarea más satisfactoria a la que podemos enfrentarnos como escritores. Borra frases que no aporten nada al tema del relato. Reduce los adverbios a la mitad. Redúcelos otra vez al 50 %. Y de nuevo quédate con uno de cada dos. Elimina con mano dura las repeticiones, atraviesa con tu espada correctora los lugares comunes y expulsa a las coletillas. Y lee esto si quieres saber cómo borrar para escribir los mejores relatos cortos.
Existen varios manuales sobre cómo corregir un texto que profundizan en el tema. Yo sólo me atrevo darte algunos apuntes más.
Trucos para corregir un relato
- Deja que tu amigo el procesador de textos Word haga una primera revisión del texto. Ofrécele una sopa de letras como pago. Le encantan.
- Lee el relato en voz alta, como si estuvieras declamando para interpretar al pastorcillo en el belén del barrio. Las cacofonías y rimas que entorpecen la lectura saltarán al oído.
- Asegúrate de que pase el tiempo suficiente para que el relato te suene escrito por otro (ojo, no vale corregir un texto ajeno y luego publicarlo como tuyo).
- ¿Es el mejor principio posible? Aquí tienes varios para que sepas lo importante que es.
- ¿Está el final a la altura del resto de la historia? Si quieres consejos al respecto, lee este artículo: Tres errores al comienzo y al final del relato corto
- Adverbios, go home. Welcome, verbos precisos. Un verbo bien elegido no necesita adverbios que lo acompañen.
- Alergia a los adjetivos. Sobre todo a los que no aportan información a la historia.
- Usa la palabra adecuada en cada ocasión. Sí, te llevará más horas dar con ellas, pero tu relato será tan bueno como podría llegar a ser.
- Revisa laísmos, leísmos y loísmos.
- Ojo con las tildes. Las fáciles (agudas, llanas y esdrújulas) y las difíciles (hiatos, diptongos y tilde diacrítica).
- Pregúntate si ese término va o no en cursiva.
- Evita las repeticiones. Las repeticiones evita.
- Huye de los lugares comunes como del comercial del gas.

El truco final
Estos últimos meses, corrigiendo a conciencia mi nuevo libro de relatos, se me ocurrió ir apuntando en una hoja las palabras que más repetía en mis textos. Todos tenemos nuestras palabras favoritas, las expresiones que repetimos una y mil veces. Debes encontrar las tuyas y después hacer una búsqueda exhaustiva en Word para sustituirlas o dar a esas frases que las incluyen una vuelta de tuerca más. Es una forma de moldear el relato que, te aseguro, funciona.
Con la esperanza de que te ayuden a corregir mejor, te dejo las mías:
- Como
- Vez
- Veces
- Empieza
- Algún
- Mientras
- Por cierto
- Alguien
- Pero
- Entonces
- Cuando
- Ahora
- Enseguida
- De momento
- De repente
- Pues
- Quizá
- Siempre
- Mucho
- Después
7 errores al escribir relatos cortos que hay que corregir
Tengo una mala noticia que darte: los escritores no somos infalibles. Por mucho que nuestro ego pretenda elevarnos a los altares, cometemos mil errores. Y nos quedamos en ese número porque la vida no da para más y el tiempo que dedicamos a escribir es limitado. Estos son, bajo mi experiencia, los 7 errores al escribir relatos cortos que debemos corregir. Y hablo desde mi óptica como escritor emprendedor, que entiendo es también la tuya, o la que pretendes que sea en un futuro. Espero que te ayude al enfrentarte a las historias.

Error 1: comenzar el relato hoy y terminarlo el mes que viene
Seguro que alguna vez te ha pasado. Empiezas a escribir una historia un lunes de enero y no la retomas hasta el jueves de la tercera semana de noviembre. Mal. Un relato corto debe ser tan intenso que no se puede continuar meses después. Nuestro estado de ánimo habrá cambiado y eso afectará a la historia y a los personajes. Al menos hay que escribir el primer borrador de un tirón. Ya habrá tiempo de corregirlo. Ahí sí que se perdona un lapso tan largo de tiempo.
Estamos hablando de relatos cortos, ojo. No más allá de 2.000 – 3.000 palabras. Es decir, una medida asumible en un espacio de tiempo de una o dos horas. Tres o cuatro días si me apuras. En las novelas o relatos más largos el proceso cambia.
Error 2: no borrar lo suficiente
Ya escribí un artículo al respecto. Borrar hasta el infinito y más allá estiliza tu relato corto. Es igual que comprarse la ropa en Zara o en Adolfo Domínguez. Cuesta más, pero sienta mejor. Lo de cómo afecta al bolsillo lo dejamos para un artículo en el que te enseñaré trucos para sobrevivir como autónomo y no morir en el intento.
Hay que borrar adjetivos, adverbios, coletillas, frases enteras, párrafos… Hasta relatos. Una palabra menos es una idea mejor contada. No quiero ensalzar aquí las virtudes de Twitter (que las tiene, y muchas), pero sería un poco como la red social. La capacidad de síntesis para un escritor de relatos cortos es fundamental.
Error 3: escribir por obligación
No lo hagas. De verdad. Sentarte a escribir sin que te apetezca no funciona. ¿Pero entonces cómo impongo la rutina de escribir tooooodos los días? Buena pregunta. La respuesta es que si no te gusta lo suficiente, no emprendas. No trates de convertirte en un escritor que vive de escribir. No funcionará.
Escribe para ti, o para tu familia y amigos. Publica de vez en cuando un libro. Autoedítalo o envíalo a editoriales y cruza los dedos. Y déjale que se muera de asco en las librerías físicas o virtuales.
Por el contrario, si te gusta de verdad escribir, jamás lo harás obligado. Tendrás que tirar de la fuerza de voluntad, es cierto. Pero esa fuerza de voluntad estará alimentada por el Deseo (sí, con mayúsculas) de escribir.
No te obligues a escribir relatos cortos. Escribe relatos cortos porque disfrutas haciéndolo.
Error 4: que el relato no repose el tiempo necesario
La sensación de finalizar un relato es como la de tener un orgasmo con la persona que te gusta… ¿Cómo que no? Entonces yo debo de ser muy raro sexualmente hablando. O creativamente.
Una vez que has puesto el punto final debes preguntarte ¿de verdad está terminado? Si la respuesta es “sí, y es inmejorable”, pregúntatelo otra vez. Si la respuesta es “¿cómo va a estar terminado si apenas es un primer borrador?”, estás en el lugar adecuado. Si la respuesta es “la tripa me ruge de hambre”, haz una pausa, prepárate un bocata y vuelve en un rato.
El primer borrador debe corregirse varias veces. El número final depende de lo perfeccionista que sea cada uno. Yo, por ejemplo, publico para dejar de corregir.
¿Cuándo hay que releerlo? Deja pasar al menos dos o tres meses para verlo como algo ajeno a ti. Que llegues a tener la sensación de no recordar haberlo escrito tú (asegúrate de que no estás leyendo uno sobre el que te pidió consejo un homólogo). Que sonrías con algunas escenas. Que llores con otras. Que te enfades con el autor porque lo que ha escrito es una mierda mayúscula.
Se puede admitir alguna excepción: si la fecha de un concurso de relatos se acerca demasiado (y no tienes otro ya revisado que presentar en su lugar).

Error 5: no enseñárselo a nadie una vez terminado
El síndrome de Diógenes para un escritor emprendedor no vale. Nada de acumular manuscritos en los cajones o en las carpetas de tu ordenador. Sácalos y que les dé la luz. Enséñaselos a tu pareja, a tus padres, a tus hermanos, a los padres y madres del AMPA y a los amigos. Publícalos en las redes sociales si buscas una respuesta anónima. Donde quieras pero exige un comentario de texto de 500 palabras a doble espacio con dibujitos de pingüinos en los márgenes.
Por si te sirve como experiencia, mis amigos y mi familia tienen en las estanterías de sus casas (más les vale) ejemplares encuadernados con canutillo de recopilaciones de relatos que hice durante años. Yo mismo era la editorial. Y la distribuidora. Y el crítico literario.
Error 6: la procrastinación o no escribir a diario
Meeeec. Otro error. Qué fácil es buscarse excusas, ¿verdad? “Hoy no me ha dado tiempo ni a atarme los cordones de los zapatos”, “he salido más tarde del trabajo”, “los deberes de mi hijo se han complicado”, “el Metro venía fatal”, “me ha pillado una explosión nuclear que al final ha resultado una invasión alienígena…”. Excusas y más excusas para no escribir relatos cortos.
Como ya te dije en este artículo, madruga. Media hora o una hora antes de lo habitual es suficiente para crear el hábito. Y así te aseguras de que todas esas excusas no sucedan porque, como todo el mundo sabe, las excusas duermen mucho.

Error 7: leer menos de lo necesario
¿Y qué es menos de lo necesario?, me preguntas mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. Un rato a diario estaría bien. Y que ese rato dure una o dos horas, sería perfecto.
Entiendo que el día tiene 24 horas y cada hora 60 minutos. Al menos la última vez que busqué en Google “medidas de tiempo” la cosa era así. Yo mismo incumplo este consejo. Y me autoflagelo a diario con libros de tapa dura golpeándome en la espalda. Ese rito al menos no lo perdono.
Hay que hacer todo lo que esté en nuestras manos para robarle al día al menos media hora. Y elegir bien lo que leemos, claro. Si el tiempo es corto, que sea de calidad. Los clásicos nunca fallan. Si quieres buenos libros de relatos, en este artículo te enlazo varios. Y si buscas a un autor prometedor a punto de consagrarse, echa un ojo a estos dos (guiño, guiño, codazo).
Una reflexión final: tampoco hay que martirizarse por errar. Al fin y al cabo, es de sabios 😉
Muchísimas gracias por el aporte, mira, el truco final que das, el de apuntar las palabras que más usas no lo había hecho nunca y, oye, se agradece la idea, porque ciertamente todos pecamos de abusar de algún que otro vocablo sin darnos cuenta, lo cual no significa que el lector no lo vea.
Siempre sigo al pie de la letra tus consejos, y de verdad me funciona!! el dejar reposar un escrito es muy importante. A veces no se como continuar y prefiero guardar la calma y darle tiempo.
Siempre disfruto mucho de tu contenido. Y, espero también a la vez aprender algo. Saludos cordiales David. Y gracias por regalarnos parte de tu tiempo y de tu dedicación.
Me alegro de que os sirva de algo 🙂
Saludos.
Gracias, David, por tomarte tanto trabajo para hacernos más sencillo este -para nosotros- trabajoso quehacer. Tu sentido del humor sobre la marcha hace más atractivas tus enseñanzas.
Muchas gracias, Waldemiro.
Abrazo.
Muy muy buen artículo David, la verdad es que es impresionante el trabajo que hacer con el blog y todo el valor que aportas.
Lo que más me cuesta de todo lo que has puesto: madrugar jajaja
Pero seguiré intentando levantarme cada día un poquito más temprano.
Un saludo.
Hola, Javi.
A mí también me cuesta. De hecho, últimamente estoy cambiando la rutina. Es cuestión de ir probando hasta dar con la mejor te encaje a ti 🙂
Interesante y de acuerdo en todo menos en la forma de besar,
Lo de la forma de besar es muy personal 😉
Buen trabajo!! Me sirve muchísimo.
Saludos:)
Hola, Lucía.
Me alegro. Bienvenida 🙂
Muchas gracias, David. Te acabo de descubrir.
Bienvenida, Balbi.
Al fondo hay sitio 🙂
Hola David,
he llegado a tu blog, me gusta tu estilo, me caes bien y me voy a quedar por aquí si te parece…
Seguro que tus consejos me sirven para mejorar el copy de mi web.
Saludos 😉
Hola David,
me estoy iniciando en esto de escribir relatos cortos, siempre me han dicho que se me da bien eso de escribir, jiji, pero nunca me he atrevido, en fin, que a mis 43 años he decidido salir del armario y lanzarme al vacío, me voy a presentar a un concurso literario de relatos cortos, y bueno ya llevo unos cuantos escritos.
Nada, que me enrollo, que me encanta tu blog y que tus consejos me están ayudando mucho, y he descubierto que muchos ya los practicaba sin saberlo.
Gracias, creo que te seguiré de cerca, en el buen sentido claro.
Buenas, David.
Acabo de entrar en tu página y todo lo que estás diciendo es cierto. Lo que se pueda escribir puede ser perfecto, el resultado de las ventas es otra cosa. Lo que hay de bueno en escribir, es que nunca serás rico, pero vivirás como ellos, la satisfacción que se siente cuando se escribe, solo es comparable a lo que todos estamos pensando.
Continúa con este grado de optimismo, se liga más.
Saludos.
Si esta es una tabla de surf para escritores y escritoras, ¿cómo será tu tu isla? ¡Gracias David!, desde ya quisiera leer tus relatos.
Acabo de encontrar tu blog, me encantó
Gracias a ti por fin pude terminar mi texto, muchas gracias por tus consejos
Sus consejos son bondadosas exigencias que repelan nueztro ego…
Muchas graciss…