Desde niño sueño con interpretar el papel de Cupido, ese bebé regordete con alas que maneja el arco como Robin Hood. Y ya ha llegado el momento. Mi propósito con este artículo es hacer de Cupido literario. Quiero darte razones para que te enamores de los cuentos cortos. ¿Por qué? Porque yo lo estoy desde hace años y quiero compartir mi felicidad con el mundo.
A raíz de la publicación de mi último libro, «TR3S, Cómo olvidar lo inolvidable y otros relatos para recordar», he recibido comentarios entusiastas de gente que reconoce no leer de forma habitual cuentos cortos, pero que a partir de ahora promete dar una oportunidad a otras recopilaciones del género breve. Y eso me hace muy feliz.
Mis cuentos cortos parece que han abierto algunos ojos, pocos todavía, pero pienso aprovechar la inercia hasta alcanzarte con las flechas en pleno corazón literario. Y te advierto que Guillermo Tell era un becario a mi lado. Con muñones. Y la enfermedad de Parkinson.
Te voy a confesar 10 motivos para amar los cuentos cortos. Pero podrían ser 20. O 200. Ojo, fíjate que uso cuentos como sinónimo de relatos. No me refiero a cuentos para niños, sino a narraciones adultas, al hermano pequeño de la novela y, como tal, mucho más espabilado.
1. Los cuentos cortos son ideales para leer en el transporte público
¿Sólo tienes tiempo para leer en el metro o en el autobús de camino al trabajo? ¿Te fastidia dejar las novelas a medias porque has llegado a tu destino? Los cuentos cortos son perfectos para esos trayectos.
En una sociedad en la que exigimos los contenidos más sintetizados por falta de tiempo, los cuentos cortos deben erigirse como los reyes del Mambo. Entre 1.000 y 7.000 palabras, que es la medida estándar, se leen perfectamente en un trayecto laboral. Arranque, meollo y desenlace. No te dejarás ni un párrafo pendiente. Historia resuelta. Y a por otra al volver a casa.
2. Los grandes escritores escribían cuentos cortos
Los cuentos cortos no son terreno exclusivo de escritores emprendedores. No es algo que me haya sacado yo de la manga. Muchas de las vacas sagradas de la literatura crearon obras maestras de extensión breve, además de novelas memorables. He aquí algunos ejemplos:
- Truman Capote. «Cuentos completos».
- Ray Bradbury. «Crónicas marcianas».
- Charles Dickens. «La historia de nadie y otros cuentos».
- Gabriel García Márquez. «12 cuentos peregrinos».
- Charles Bukowski. «La máquina de follar».
- Ernest Hemingway. «Hombres y mujeres».
- James Joyce. «Dublineses».
- Julio Cortázar. «Historias de cronopios y de famas».
- Mark Twain. «Cuentos selectos».
3. No hay demasiados personajes y es fácil recordar los nombres
Una de las características de los cuentos cortos es el número de personajes que protagonizan la historia. Generalmente es uno, con los secundarios limitados a los dedos de una mano. Eso facilita aprenderse los nombres. Confieso que mi memoria es torpe y esto me ayuda con la comprensión lectora.
Yo soy ese que ve «Juego de Tronos» con una libreta al lado y una lista de nombres y apellidos junto a las fotografías de los Lannister, Stark, Grejoy, Baratheon, Targaryen y Martell. Y a alguno de mis sobrinos le he llamado más de una vez con la expresión «eh, tú, el de rojo, ven aquí».


4. Puedes escribir uno a la semana (#RetoRayBradbury)
Si además de leer te gusta escribir, puedes terminar un cuento corto a la semana. Eso te da un bagaje como escritor muy interesante, una especie de máster acelerado, un curso CCC en seis semanas.
¿Cómo? En mi actual #RetoRayBradbury te lo explico. Yo lo estoy haciendo. Cuando escribo este artículo llevo 13 relatos en 13 semanas consecutivas, y es la mejor decisión creativa que he tomado en años.
5. Multitud de concursos literarios solicitan historias con la longitud de los cuentos cortos
Si eres de los que piensa que escribiendo no se gana dinero, desengáñate. Hay miles de concursos literarios a lo largo de nuestra geografía para tus cuentos cortos. Y algunos de ellos con suculentos premios en metálico. Si te interesa, apúntate a mi lista de correo y cada dos semanas te envío varios de ellos. Además, te regalo «Concursator».